LA SEQUIA: sí, pero no basta con rezar
La sequía es un fenómeno natural que se caracteriza por la disminución significativa de las precipitaciones durante un periodo prolongado de tiempo siendo muy poca captación en las presas y en los mantos freáticos subterráneos, lo que resulta en una escasez en la disponibilidad de agua, provocando impactos profundos en diversos aspectos sociales, económicos y ambientales.
por Guillermo Sandoval Gutiérrez
México se caracteriza por una gran diversidad climática, que va desde regiones áridas hasta zonas tropicales. Sin embargo, muchas áreas del país, especialmente en el norte y el centro, son propensas a la sequía. Este fenómeno se ve acentuado por el cambio climático, que dicho sea de paso, es un fenómeno natural que se manifiesta cada tanto tiempo, el actual viene desarrollándose desde hace 150 años, con características de nuestro tiempo que ha alterado los patrones de las lluvias y ha aumentado la frecuencia e intensidad de este fenómeno.
La sequía tiene consecuencias económicas severas. La agricultura, que representa una de las partes fundamentales de la economía mexicana, se ve impactada gravemente. La falta de agua limita la producción de cultivos, lo que puede llevar a pérdidas significativas para los agricultores y al aumento de precios de los alimentos. Además, la ganadería sufre por la escasez de pastos y agua, lo que afecta la producción de carne y leche. Y algo que siempre se deja de lado por las políticas centradas erróneamente en las agriculturas, son los sistemas lagunares en los litorales y las riberas marítimas mismas que al no recibir las aguas dulces de los ríos, tienden a aumentar la salinidad de las zonas afectando las producciones de especies alimenticias que nos proporcionan los mares, este punto lo abordaré en otro momento. Esto solo considerando los segmentos inmediatos de la economía y el uso del agua.
Alrededor de las sequias se desarrollan polémicas entre los estudiosos de este fenómeno natural, hay quienes sostienen que son parte de los ciclos de la naturaleza y que cada determinado tiempo se manifiestan, algunos de estos períodos han dejado huella muy importante en la historia de la humanidad, pero también hay posturas que señalan en lo inmediato que es el cambio climático global agravado por crisis ambientales provocadas por las intervenciones tecnológicas sobre el medio ambiente, que afectan al desempeño de la naturaleza alterando el comportamiento global del clima de manera intensa sin dar tiempo de respuesta a los cambios que se provocan.
Lo bueno es que existe abundante información sistematizada, comentada, analizada por técnicos y científicos con toda seriedad prospectiva.
Lo que vivimos hoy, no es lo más grave que ha pasado en el mundo ni en México ni en Sinaloa. “Entre 1910 y 1977 se tiene el registro de 37 sequías (20 catalogadas como severas y siete extremadamente severas), de las cuales 17 se encuentran relacionadas de forma directa con sequías mundiales, como la de 1951, que afectó Oceanía, Europa y Asia; la de 1956, que impactó a Europa, Asia y América; o la de 1972, con efectos en Oceanía, Asia y América” (Domínguez, 2016).
Lo malo es que teniendo a la mano un mundo de producción científica sobre este fenómeno de las sequías, nuestros gobiernos, ni los ejecutivos ni los legislativos, han tomado en serio los diferentes puntos de crisis ambientales y ahora económicas con todo y que los impactos pueden ser más severos que lo vivido por anteriores generaciones.
En estos días, y en los últimos años abundan las publicaciones sobre el tema del almacenamiento de agua en las presas, los medios de comunicación, informan efectos, situaciones, a veces porque la nota vende, otras porque la motivación del estado de la política así conviene. Bien, lo de ahora merece urgentemente atención más seria que cualquier posicionamiento político, en Sinaloa, en 1990, las presas estaban en niveles relativamente bajos, y fue una característica durante la década de 1990, el almacenamiento continuó siendo crítico debido a la prolongada escasez de las precipitaciones pluviales más el aumento de la demanda agrícola y urbana. La tendencia fue de niveles más bajos en comparación con las décadas anteriores.
En años más recientes, se han hecho esfuerzos para mejorar la infraestructura de almacenamiento y distribución de agua. Esto incluye la construcción de nuevas presas y la rehabilitación de las existentes, lo que ha permitido un mejor manejo del agua disponible. Sin embargo, el crecimiento poblacional y la expansión agrícola siguen ejerciendo presión sobre estos recursos.
Según informes que da la Comisión Nacional del Agua, en los últimos años, los niveles de almacenamiento han sido críticos, alcanzando mínimos históricos en 2023, y este año 2024 no es muy diferente.
En lo inmediato, cuando la problemática es crítica pero todavía manejable, las comunidades más vulnerables, especialmente en áreas rurales, son las más afectadas por la sequía. La escasez de agua potable puede llevar a conflictos entre comunidades y a migraciones forzadas. Las familias enfrentan dificultades para acceder a agua limpia, lo que puede afectar la salud y la vida o la sobrevivencia, pero para el ciclo agrícola 2024-2025 este tema puede modificar la capacidad para sostener algunos cultivos, con todo lo que ello implica.
Ante la creciente amenaza de la sequía, es crucial implementar estrategias de mitigación. Esto incluye la promoción de prácticas agrícolas sostenibles, la inversión para la recolección de agua de lluvia y la inversión en infraestructura hídrica. Además, es fundamental fomentar la conciencia pública sobre el uso responsable del agua y la conservación de los recursos naturales, sobre todo entre los agricultores e industriales que es donde más se pierde el recurso hídrico.
La sequía es un fenómeno complejo que requiere atención urgente. Su impacto en la economía, la sociedad y el medio ambiente subraya la necesidad de políticas efectivas y sostenibles para enfrentar esta problemática. Solo a través de un enfoque integral y colaborativo se podrá mitigar sus efectos y garantizar un futuro más resiliente para nuestras comunidades.
Es un verdadero reto para la sociedad entera, asumir conciencia real del tema, y ya no basta con eso de que no laves el auto, NO BASTA!, es necesario legislar para reconvertir formas de vida y cultura ambiental desde los industriales y empresarios agrícolas, y de ahí para abajo, ahora sí que hay que cambiar el chip y, eliminar de una vez por todas esa perspectiva de; el dejar hacer y el dejar pasar.
Y hay que reiterarlo y fuerte, la sequía que estamos enfrentando hoy es de las más benignas por las que ha pasado el territorio nacional, ya no decir del planeta, con la diferencia que los estragos se están tornando más severos en lo inmediato y aun no tanto como la sequía que se presentó en “el período de 1850-1884 reconstruido como una intensa sequía con impacto en gran parte del país, pero con efectos drásticos principalmente en la parte norte de México. Durante los años cincuenta, los periódicos difundían información como la noticia procedente de Sinaloa, sobre la muerte diaria de 500 cabezas de ganado por la sequía, la década de los sesentas parece más prodiga que las anteriores en lo que se refiere a fenómenos climatológicos adversos, durante este periodo”, (Escobar-Ohmstede, 1997).
Y vá que si es NECESARIO REMARCAR, Se tiene que hacer cambios de profundos, ahora sí que de raíz, convocar a los productores agrícolas de todo tipo, pequeños, medianos y hasta grandes empresarios agrícolas y ganaderos, acuicultores y del sector pesquero, además de los industriales que usan el agua en grandes cantidades ahora sí que llámese 'en cantidades industriales' desde estos sectores, de DE ARRIBA A ABAJO, se puede generar una nueva cultura del agua que necesitamos.
Referencia bibliográfica
Domínguez, Judith. (2016). Revisión histórica de las sequías en México: de la explicación divina a la incorporación de la ciencia. Tecnología y ciencias del agua, 7(5), 77-93. Recuperado en 08 de septiembre de 2024, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-24222016000500077&lng=es&tlng=es.
Escobar-Ohmstede, A. (1997). Las sequías y sus impactos en la sociedad del México decimonónico, 1856-1900. Historia y Desastres en América Latina. Volumen II. LA RED. García, A. V. (Coord.). 191-213 pp.