Sinaloa México
EDITORES / GUILLERMO SANDOVAL G / M ROCÍO SÁNCHEZ B

¿Pero quién fue Jesús Malverde?

El pasado 3 de mayo miles de personas se congregaron en la ciudad de Culiacán Sinaloa para celebrar el 115 aniversario luctuoso de Jesús Malverde, uno de los santos populares más importantes nuestro país y a su vez, uno de los más estigmatizados debido a su gran popularidad dentro del mundo del crimen organizado.

Autor: GERARDO ALARCON CAMPOS

¿Pero quién fue Jesús Malverde?  ¿Qué es un santo popular? Y ¿Es verdad que todos sus adeptos se dedican a los negocios ilícitos?  

En principio, la existencia misma de Jesús Malverde es objeto de debate entre historiadores y creyentes. Mientras que los registros históricos consignan la existencia de un Jesús Malverde nacido el 15 de enero de 1888 en Paredones, municipio de Culiacán Sinaloa, no se tiene más información de la vida de esta persona y si efectivamente se trata del mítico personaje.

Algunos historiadores, sostienen que el personaje de Malverde en realidad se trata de una amalgama entre Heraclio Bernal, conocido como el Rayo de Sinaloa y Felipe Bachomo, ambos héroes populares en Sinaloa de finales del siglo XIX y principios del siglo  XX respectivamente.

La creencia popular, transmitida de generación a generación en Culiacán, dice que su verdadero nombre fue Jesús Juárez Mazo, y habría nacido el 24 de diciembre de 1870 en Las Juntas, municipio de Mocorito, Sinaloa. Nacido en el seno de una familia pobre, se dice que Jesús comenzaría a ganarse la vida trabajando como albañil, peón de Hacienda, y trabajador en la construcción de las vías ferroviarias. Sin embargo, Jesús al ser víctima y testigo de todas las injusticias cometidas por los caciques y hacendados de Sinaloa, los cuales se enriquecían explotando a los campesinos, se rebelaría contra ellos, robando a los ricos para entregarlo a los pobres.

Justamente el título de Malverde provendría de la habilidad que Jesús tenía para camuflajearse en la espesura del monte y poder así asaltar las diligencias y poder escapar de sus perseguidores.

Se dice que Jesús Malverde solía actuar en los caminos que rodean Culiacán, por  Bachigualato, Navolato, Quilá y Mocorito. Por su generosidad se volvería muy popular entre las clases vulnerables de Culiacán, es decir, campesinos e indígenas que apenas y podían obtener lo básico para sobrevivir. Pero a causa de sus atracos contra la clase domínate de los caciques y terratenientes, se convertiría en un enemigo para el gobierno del estado, razón por la cual, el gobernador el General Francisco Cañedo, exigiría su captura y ejecución.

Según las leyendas, durante un enfrentamiento con la policía rural, Malverde sería herido en la pierna y a pesar de que logró escapar, su herida se gangrenó, esto le impediría seguir escapando y finalmente sería capturado, torturado y colgado de la rama de un mezquite a las afueras de Culiacán el 3 de mayo de 1909.

Otra versión dice que al caer agonizante por la infección le pidió a su compadre como última voluntad, que una vez que falleciera colgara su cuerpo de la rama del mezquite, para así cobrar la recompensa que había por su cabeza y repartiera el dinero entre los pobres. Una última versión, relata que fue su compadre quien lo traicionó y entrego al gobierno para cobrar la recompensa.

El gobernador Cañedo le negaría a Malverde el derecho a una sepultura y ordenaría que su cuerpo quedara al aire libre en el sitio donde se ejecutó su sentencia a manera de escarmiento. Según la leyenda, aquí se manifiesta su primer milagro, pues un arriero al perder sus vacas y ver el cuerpo de Malverde al aire libre le pide que lo ayude a encontrarlas y a cambio cubriría sus restos con piedras. Al aparecer las vacas, el arriero cumpliría su promesa, dando así inicio la tradición donde todos aquellos que pasaban por el lugar donde yacía Malverde, dejaban una piedra sobre su tumba para pedirle un milagro a cambio. Con el tiempo se fue formando un montículo en el cual dejaban flores, veladoras, cruces y figuras religiosas a manera de agradecimiento con el ahora llamado protector de los pobres.

El culto a Malverde se mantuvo como un fenómeno local hasta 1978, año en el que el gobierno de Sinaloa decide construir el nuevo palacio de gobierno en el barrio de La Redonda, lugar donde se localiza la tumba de Malverde. Esto traería como consecuencia un conflicto entre los creyentes de Malverde con el gobierno del estado, pues el terreno donde se localiza la tumba iba a formar parte de las instalaciones del nuevo palacio, lo que significaba que la tumba sería destruida. A Malverde se le atribuye el milagro de haber descompuesto las maquinas que intentaban destruir el montículo, noticia que se difundió en varios medios de comunicación dando a conocer a nivel nacional el culto. Finalmente, la construcción continuó y el sitio original del entierro de Malverde fue destruido, pero en 1979 el señor Eligio González León con ayuda de los fieles, erigió la capilla donde actualmente se dan cita miles de feligreses para rendir culto a Malverde.

La historia de Jesús Malverde tiene grandes similitudes con la leyenda de Robín Hood y de otros personajes de nuestro país como Chucho el Roto o El Tigre de Santa Julia, y esto se debe a que todos estos personajes son bandoleros sociales.

El historiador Erick Hobsbawn define el bandolerismo social como una forma de protesta primitiva e individual ejercida por personajes surgidos principalmente en contextos rurales. Lugares donde los más vulnerables, si bien han vivido en carne propia el dolor producido por la opresión de los poderosos, su forma de rebelarse ante la autoridad no posee una estructura política organizada que le permita confrontar la dominación de los poderosos con un proyecto de transformación que impacte en las estructuras económicas y sociales.

En la medida en que sus recursos de lucha se los permiten,  los bandoleros sociales buscan satisfacer las necesidades propias y las del pueblo del que provienen, estableciendo una lealtad mutua, pues a cambio del dinero y los bienes que les permiten aliviar las dolencias de su opresión, el bandolero obtiene la protección e información necesaria para encontrar nuevos objetivos para asaltar y burlar a las autoridades que lo persiguen.

El incuestionable cariño y simpatía que los pueblos sienten por los bandidos sociales, aunado a un contexto donde el pensamiento mágico-religioso es dominante, hace que se les recubra con un manto de leyenda y misticismo. Precisamente Hobsbawn habla, mediante ejemplos de bandoleros que actuaron en España, Italia y Ucrania, como las poblaciones a los que ellos auxiliaban crearon leyendas sobre amuletos mágicos, pactos con dios o con el diablo y demás habilidades sobrenaturales que dotaban de invulnerabilidad o hacían invisibles a los bandidos de la mirada de las autoridades.

Por eso no es de extrañar que algunos bandoleros sociales como Malverde y figuras similares como el Gaucho Gil en Argentina o Ismael Malandro en Venezuela transicionen de héroes populares a santos populares.

De acuerdo con varios investigadores, los santos populares son personalidades espirituales no reconocidas por las iglesias oficiales que comparten su origen en los mismos contextos de opresión y vulnerabilidad social que los bandoleros sociales.

Lo que santifica ante la población a estas figuras, es el haber dedicado sus vidas para ayudar al prójimo, y el haber manifestado en vida, o después de ella, dotes milagrosos y sobrenaturales con los cuales aliviaron el sufrimiento que padece su pueblo a causa de un contexto social vulnerable y opresivo.

Y es precisamente este tipo de elementos los que se conjuntan en torno al personaje de Malverde. Por qué, independientemente de que su existencia sea real o no, los sectores más pobres y vulnerables de Culiacán, es decir, la clase trabajadora lo han visto como un símbolo de esperanza y resistencia.

Ahora bien, ¿Por qué el culto a Malverde es tan popular entre quienes se dedican al crimen? Porque es parte del contexto mismo donde surge y se desarrolla el culto. Y es que no es secreto para nadie que en Sinaloa la producción y comercio de sustancias ilegales tiene sus orígenes a principios del siglo XX, por lo que es una rama productiva profundamente arraigada en varias capas de la población que encuentran en ella un medio de subsistencia.

Y puesto que el culto a Malverde tiene su origen en las clases trabajadoras y desposeídas, no era extraño para nadie ver entremezcladas las ofrendas entregadas por los trabajadores en agradecimiento al santo, tales como cosechas de verduras, baldes con pescados y mariscos, junto con las ofrendas entregadas por las personas dedicadas a actividades ilegales, ya que a él acuden personas en búsqueda de dar solución a sus múltiples problemas, desde aquellos que afectan la salud y la economía familiar, hasta lo que involucran negocios más peligrosos.

Afirmar sin mayor base que las fobias sociales que el culto a Malverde es peligroso y exclusivo de criminales significa reducir esta expresión religiosa a una burda dicotomía moral.

Sin duda Jesús Malverde es una leyenda, independientemente si su existencia no es un hecho histórico, como símbolo ha sido un catalizador de los deseos y anhelos de un pueblo con profundos y graves problemas económicos y sociales, que busca en la figura del bandido una intercesión divina que los ayude a sobrevivir.