Sinaloa México
EDITORES / GUILLERMO SANDOVAL G / M ROCÍO SÁNCHEZ B

Los vuelos de la muerte en México: Una práctica del pasado... y del presente.

Durante las terribles dictaduras militares en Chile (1973-1990) y Argentina (1976-1983), en el contexto del Plan Cóndor y la Guerra Fría, el mundo conoció una de las metodologías de la represión más infames de las que se tenga registro: los vuelos de la muerte. Dicha práctica consiste en trasladar a los presos políticos en condición de detención ilegal, muertos o vivos, a bordo de aviones o helicópteros para ser arrojados desde las alturas al océano, despareciendo todo rastro físico de ellos.

Autor:  GERARDO ALARCON CAMPOS

Esta práctica marcaba el punto final del circuito de la desaparición forzada, el cual comenzaba desde la sustracción ilegal del detenido, su reclusión en un centro clandestino de detención en donde eran sometidos a interrogatorios y torturas para finalmente y en base al veredicto emitido por los encargados de coordinar las operaciones contrainsurgentes, eran ejecutados y sus cuerpos desaparecidos.

Si bien esta práctica también está registrada en otros países con dictaduras militares como Brasil, Guatemala y Uruguay, lo que pocos en su momento sabían es que México, un país que en la teoría vivía bajo un régimen democrático, sería uno de los primeros países en realizar vuelos de la muerte principios de la década de los 70’s en el marco de la campaña contrainsurgente en contra del movimiento armado socialista, conocido popularmente como la guerra sucia.

Por increíble que parezca, tal parece que en México los vuelos de la muerte, así como la tortura, la reclusión clandestina y la desaparición forzada, no son cosa del pasado, pues existen registros y testimonios que parecen indicar que esta práctica se continúa realizando, ahora en el marco de la supuesta guerra contra la delincuencia organizada iniciada en el año 2006 por Felipe Calderón.

Los años de la contrainsurgencia:

Los vuelos de la muerte en México serían denunciados por primera vez en el año de 1982 por Simón Hipólito Castro en su libro Guerrero, Amnistía y Represión, sin embargo, sería hasta el año 2000 en el marco de las investigaciones realizadas por la Fiscalía Especializada en Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, cuando gracias a testimonios de soldados que participaron en estos actos, se pudo saber el teniente coronel Francisco Quiroz Hermosillo y el mayor Mario Arturo Acosta Chaparro, ordenaban trasladar a militantes del Partido de los Pobres y de otras organizaciones político-militares a la base de aérea de Pie de la Cuesta, Guerrero, lugar en donde eran ejecutados, metidos en costales y arrojados al océano desde un avión tipo Arava.

Sin embargo, los vuelos de la muerte ocurridos en Pie de la Cuesta no son los primeros eventos de este tipo registrados en la historia de la represión en México. Ya desde 1968, posterior a la masacre del 2 de octubre de 1968, la revista Por Qué?! denunciaba en base a testimonios anónimos, que el ejército mexicano habría desaparecido algunos de los cuerpos de los muertos en Tlatelolco tirándolos al Golfo de México desde aviones de la fuerza aérea.

A finales de 1970, durante el conflicto estudiantil que enfrentó al Frente Estudiantil Revolucionario con la Federación de Estudiantes de Guadalajara, el ejército mexicano detendría a una docena de jóvenes y los recluiría clandestinamente en las instalaciones del 17 regimiento de caballería con sede en Ameca, Jalisco. De acuerdo con el testimonio del teniente José Francisco Gallardo, recopilado por Laura Castellanos en su libro México Armado, el grupo estaba formado por once hombres y una mujer, todos ellos golpeados, esposados, con la ropa sucia y con la cabeza cubierta con una capucha negra.

El teniente Gallardo les daría alimento y cuidaría de ellos durante la noche. A las 3 de la mañana, personal de la 15ª zona militar arribarían al lugar para llevarse a los detenidos. Ante la negativa del teniente, se tuvo que llamar a “altas autoridades militares” para arrestar a Gallardo por insubordinación. Los jóvenes serían trasladados a la base aérea de Zapopan. Cinco días después los cadáveres torturados aparecerían flotando en el lago de Chapala, habían sido sedados y arrojados desde un avión al lago.

Se encontró junto con los cuerpos una gorra militar perteneciente al teniente de caballería Ángel Camilo Herrera quien junto al teniente Veterinario Daniel Nieto Arzac fueron detenidos por la policía militar ya que, aparentemente, una de las víctimas era familiar político de Luis Echeverría. Sin embargo, al poco tiempo serían absueltos por el Secretario de la Defensa, Hermenegildo Cuenca Díaz.

El ejemplo más emblemático de los vuelos de la muerte en México son los ocurridos durante las operaciones contrainsurgentes del ejército mexicano en el estado de Guerrero contra el Partido de los Pobres. Dichas campañas se caracterizaron por la aplicación de diversos métodos de terrorismo de Estado: asalto a comunidades, detenciones ilegales, golpizas, torturas, empleo de escuadrones de la muerte como el Grupo Sangre y desapariciones forzadas. Al mando de estas operaciones estarían Francisco Quirós Hermosillo y Mario Arturo Acosta Chaparro.

Mediante diferentes operaciones militares conocidas con el nombre de: Operación Amistad, Operación Telaraña, Operación Luciérnaga, y las Ordenes de Operaciones No 21.6 y 1, el ejército mexicano implementaría diferentes campañas con los objetivos de aminorar la presencia política de la guerrilla en la región, identificar zonas de influencia, cercar a las comunidades que prestaban apoyo al grupo armado, e identificar y detener a militantes, simpatizantes y sospechosos.

Desde la aplicación de la Operación Telaraña en abril de 1972, los detenidos por pertenecer o simpatizar con el PDLP eran trasladados a diversas cárceles clandestinas o cuarteles militares para ser objeto de torturas físicas y psicológicas. Hacia noviembre de 1973, en el contexto de la Operación Luciérnaga, las acciones contrainsurgentes se recrudecen, existiendo un aumento exponencial en el número de casos de desaparición forzada. En el marco de esta operación se comienzan a practicar de manera sistemática los vuelos de la muerte.

De acuerdo con los testimonios de ex prisioneros del cuartel militar de Atoyac, recopilados por Simón Hipólito, cada vez que un prisionero era trasladado fuera de la cárcel clandestina, los soldados les mencionaban a los prisioneros que se quedaban, de forma burlona y amenazante, que esa persona se iba a ir de “marinero”, “buzo”, “aviador” o a “comer con los tiburones”.

Cuando los militares extraían toda la información posible de los detenidos, o consideraban que ya no les eran útiles, estos eran trasladados a la Base Aérea Militar de Pie de la Cuesta. Por órdenes de Quirós Hermosillo, los detenidos, denominados en los documentos militares como "paquetes", eran introducidos a una cabaña y se les pedía que se sentaran en una silla metálica. Los soldados les decían a los detenidos que serían puestos en libertad luego de tomar algunos datos y sacarles una fotografía "para el recuerdo".

Acosta Chaparro, en algunas ocasiones armado con una pistola calibre .380 y en otras con una Uzi 9 mm a las que llamaba "la espada justiciera", ejecutaba a los detenidos con un disparo en la nuca. Acto seguido, los cuerpos eran metidos en costales de ixtle o bolsas de lona a los cuales también se les metían piedras y eran subidos a un avión tipo Arava, matrícula 2005 perteneciente al escuadrón 301.

El avión despegaba en medio de la noche en una pista iluminada únicamente con antorchas rumbo a la costa de Oaxaca. Mar adentro, los cuerpos eran arrojados. De acuerdo con los testimonios de los soldados participantes, a veces un tiro no era suficiente para matar al prisionero, y en más de una ocasión escucharon los quejidos de los presos agonizando, por lo que algunos de los detenidos-desaparecidos aún estaban vivos cuando fueron arrojados al océano. De acuerdo con testimonios militares y a las indagatorias de la Fiscalía Especializada en Movimientos Sociales y Políticos del Pasado y de la Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero, se realizarían entre 15 y 30 vuelos de la muerte entre 1974 y 1975. En cada viaje eran arrojados al mar un promedio de 12 a 15 cuerpos.

Al igual que en el caso argentino, donde algunos de los cuerpos de las victimas regresaron flotando a la costa, Simón Hipólito Castro recuperó testimonios de los pobladores de Hacienda de Cabañas, municipio de San Gerónimo, los cuales mencionan que entre 1973 y 1975 el mar arrojaría a la playa ropa de mujer y de hombre, zapatos, botas, tenis, objetos personales, incluso ropa de niños, así como huesos humanos.

El mar también arrojaría huesos y ropa en las playas de Japútica y Potosí, municipio de Petatlán, y en Puerto Escondido, cerca de Papanoa, en donde los pobladores informaron que unos pescadores recuperaron una piedra con un alambre de púas amarrado y con jirones de lo que solía ser un pantalón. Los pobladores, también atestiguaron que helicópteros del ejército arrojaban bultos mar adentro. Los hallazgos escandalizaron a la región, llamando la atención del ejército, el cual amenazaría a los pobladores con quemar sus casas y destruir sus negocios y lanchas si no quemaban o enterraban la ropa y huesos que llegaban a la playa.

En base al testimonio de Gustavo Tarín, quien formaría parte del grupo de Inteligencia Militar dirigido por Quiroz Hermosillo, de 1974 a 1981 un aproximado de 1500 personas fueron ejecutadas y arrojadas al mar. Entre las víctimas se encontraban no solamente militantes y simpatizantes del PDLP, sino también civiles sin militancia detenidos arbitrariamente y miembros de otras organizaciones político-militares procedentes de Oaxaca, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Ciudad de México y Nuevo León.

Pese a que los militares que declararon contra Quirós Hermosillo y Acosta Chaparro señalan que los nombres de las personas que fueron víctimas de este proceso fueron registrados en un "libro de pastas negras" se desconoce a ciencia cierta quienes de los que integran la enorme lista de detenidos-desaparecidos en este periodo padecieron este destino.

Aunque Acosta Chaparro y Quirós Hermosillo fueron sometidos a juicio militar por narcotráfico y los vuelos de la muerte, siendo sentenciados en el año 2002 a 15 y 16 años de prisión respectivamente, el 27 de junio de 2007 ambos fueron liberados al “no encontrarse pruebas suficientes”. Cabe mencionar que Acosta Chaparro, ejecutado en 2012, fue el enlace de Felipe Calderón con las organizaciones de la delincuencia organizada.

Si bien el estado de Guerrero fue escenario principal de los vuelos de la muerte, en otros puntos del país también se realizaría, tal es el caso de Sinaloa. A mediados de los 70’s, Sinaloa es doble escenario de dos campañas policiaco/militares, la primera en las ciudades buscando eliminar a las células de la Liga Comunista 23 de Septiembre y otra en la sierra, llamada Operación Cóndor, orientada a eliminar a los nacientes grupos del narcotráfico y sus plantíos de marihuana y amapola.

Mientras el Estado acababa con los capos locales y tejía alianzas con los traficantes más grandes y organizados, sentando las bases de los modernos cárteles del narcotráfico, toda la brutalidad de las fuerzas de seguridad se concentraba en contra de las células de la LC23S. Audor Medina Quiñones, estudiante y activista de base de la Liga fue participante durante el ensayo de insurrección conocido como el Asalto al Cielo el 16 de enero de 1973 en Culiacán, Sinaloa. Días después de la operación, Audor es detenido por agentes de la DFS y llevado junto con otros militantes de la Liga a una cárcel clandestina localizada en Estación Dimas, municipio de San Ignacio, Sinaloa.

En ese lugar, Medina menciona haber visto a un total de 20 personas amarradas “como momias”, con los brazos y piernas rotos. Todos estaban hacinados en condiciones insalubres, sin derecho a comer y sometidos a torturas constantes. Al mando de este centro clandestino se encontraban agentes policiacos de la DFS, la policía federal y judicial. Gracias a la intervención de un judicial, ex esposo de una familiar suya, Medina pudo escapar junto con otro preso, quien le comentaría que él había atestiguado como los agentes amarraban a los detenidos a pedazos de riel y eran subidos a helicópteros que partían rumbo a la Bahía de las Águilas, lugar donde eran arrojados al mar.

Lo ocurrido en Sinaloa a mediados de los 70’s y principios de los 80’s representa un punto coyuntural donde la contrainsurgencia y la guerra contra el narcotráfico se cruzan, dando inicio a una nueva época de violaciones a los derechos humanos, ahora, de una magnitud mucho más amplia y donde cualquier persona puede ser una potencial víctima, sea culpable o no de los actos que se le imputan.

La barranca de la Aurora: el cementerio del Capitán Tormenta.

Si bien la crisis de violencia que azota al estado de Veracruz se remonta a los años del gobernador Agustín Acosta Lagunes (1980-1986), sería a partir del sexenio de Fidel Herrera Beltrán (2004-2010) cuando los niveles de violencia comienzan a crecer. Lo que antes era un problema predominante en las regiones rurales del estado comenzaba a manifestarse en los centros urbanos. Con la llegada de Javier Duarte de Ochoa (2010-2016), la violencia en Veracruz crece a niveles nunca antes vistos: balaceras, ejecuciones, represión, asesinato de periodistas, acoso y agresiones contra activistas, desapariciones forzadas y enterramientos clandestinos.

Un secreto a voces en Veracruz era que uno de los principales responsables de levantar y desaparecer gente no eran solamente los integrantes de los grupos del crimen organizado en el estado, sino también los elementos policiacos, particularmente de la Policía Estatal y la Fuerza Civil. Ambas corporaciones bajo el mando del entonces Secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, conocido dentro del mundo policiaco como el Capitán Tormenta.

En el año 2016, el país pudo conocer un poco de la pesadilla que se vivía durante el sexenio duartista. El 11 de enero de ese año 5 jóvenes fueron desaparecidos por policías estatales en la localidad de Playa Vicente, serían ejecutados y enterrados en una fosa clandestina en la localidad de Tierra Blanca.

La búsqueda de estos jóvenes trajo consigo dos descubrimientos. En primer lugar, reveló la existencia de un aparato organizado por los cuerpos policiacos para detener, torturar y desaparecer a presuntos miembros de las células del crimen organizado o sospechosos de serlo. Y, en segundo lugar, durante las investigaciones para localizar a los jóvenes desaparecidos, la propia Fiscalía del Estado de Veracruz anunció el descubrimiento de restos humanos en la Barranca de la Aurora.

Localizada en el municipio de Emiliano Zapata, aledaño a la capital Xalapa, la Barranca de la Aurora es un cañón natural de 300 metros de profundidad, con vegetación abundante y un lago subterráneo que corre por debajo de los cerros aledaños. Pese a su belleza natural, visible desde la carretera Xalapa-Veracruz, la Barranca de la Aurora no está habilitada como destino turístico, no posee caminos de acceso. Su condición recóndita e inaccesible la hacía el sitio perfecto para desaparecer cadáveres.

A 6 kilómetros de la barranca se encuentran las instalaciones de la Academia Regional de Seguridad Pública del Sureste, conocida como la Academia del Lencero, un centro de formación policiaco donde también reciben entrenamiento los elementos de la Policía Estatal y la Fuerza Civil.

Los cuerpos localizados en la Aurora eran diferentes a los encontrados en otros cementerios clandestinos de la entidad. Estos no estaban enterrados, ni incinerados o disueltos en ácido.  Los cuerpos estaban al aíre libre, desperdigados por el fondo de la barranca, en avanzado estado de descomposición, devorados por los zopilotes que en parvada daban vueltas por encima de la barranca atraídos por el olor a muerte. Las ramas de los árboles aledaños estaban rotas, y algunas tenían pedazos de ropa atorados en ellas, lo que indicaba que esos cuerpos no ingresaron a la barranca por vía terrestre, sino que habían sido arrojados desde las alturas.

Mientras los medios de comunicación y colectivos de familiares de desaparecidos hablaban de 19 a 22 cuerpos en la barranca de la Aurora, el gobierno del Estado de Veracruz, mediante el Ministerio Público, trataba desesperadamente de encubrir el hallazgo, desaparecer pruebas y minimizar la cantidad de víctimas encontradas en el lugar a únicamente a 6 cuerpos, pero la filtración de las fotografías del lugar por parte de los colectivos de familiares de los desaparecidos hablaban por sí solas de la magnitud de lo ocurrido en este lugar.

La caída del duartismo trajo consigo la promesa del esclarecimiento de los casos de desaparición forzada ocurridos en la entidad. La escueta pero reveladora investigación mostraría el funcionamiento del aparato policiaco creado para detener, ejecutar y desaparecer a personas sospechosas de pertenecer a los grupos de la delincuencia organizada.

En febrero de 2018 serían detenidos 19 elementos de la SSP, entre ellos Roberto González Mesa, exdirector de la Fuerza Civil. Los detenidos relatarían como, al mero estilo de Miguel Nazar Haro y los años dorados de la Brigada Blanca, Arturo Bermúdez Zurita había creado un cuerpo especial clandestino con la misión de detener, torturar y ejecutar a presuntos integrantes de la delincuencia organizada. Dicho grupo era conocido como Los Fieles.

Equipados con armamento militar, patrullas de las corporaciones que componen a la SSP, y con el rostro cubierto, los Fieles patrullaban la zona de Xalapa y municipios aledaños y detenían ilegalmente a personas, principalmente jóvenes entre los 16 y 23 años  que, a criterio de ellos, les resultaran sospechosos de tener nexos con la delincuencia organizada. Otro grupo, conocido como Grupo de Reacción, estaba integrado por policías que, de igual manera, se encargaban de detener a sospechosos y entregarlos a los Fieles. Los altos mandos de la SSP, dictaminaban que personas eran liberadas y quienes pasarían a ser recluidas clandestinamente en las instalaciones de la Academia del Lencero.

En este lugar, los detenidos eran torturados a golpes y descargas eléctricas para obligarlos a firmar declaraciones que los inculparan de actividades delincuenciales. Jacqueline Espejo Moctezuma, ex trabajadora de la SSP, detenida ilegalmente por este grupo el 3 de octubre de 2013, relataría como ella junto con el taxista que la transportaba, fueron recluidos en la Academia del Lencero e introducidos  un cuarto especial para torturas donde los Fieles pretendían inculparla de poseer paquetes con marihuana y de tener parentesco con un comandante también de apellido Espejo. Jacqueline fue liberada días después pero el taxista, Andrés Aguilar permanece desaparecido.

De acuerdo con testimonios anónimos de policías recopilados por los colectivos de familiares de desaparecidos y por las declaraciones de los policías involucrados, una vez que los Fieles obtenían lo que querían, ejecutaban a los detenidos y se daba la orden de “llevarlos a la Olímpica”, clave utilizada para subir los cadáveres a un helicóptero de la SSP y trasladarlos a la barranca de la Aurora para deshacerse de ellos.

Se estima que un total de 19 personas fueron víctimas de este grupo, aunque los colectivos mencionan que, en varios casos, la última ubicación marcada en los celulares de sus familiares desaparecidos es la Academia del Lencero, por lo que la cifra de detenidos-desaparecidos en este centro clandestino de reclusión podría ser mayor.  Pese a la gravedad de las acusaciones, y aunque Bermúdez Zurita fue acusado por desaparición forzada, fue liberado en el año de 2018 por el gobierno de Cuitláhuac García.

 

¿Eres halcón? A ver, vuela:

Tik Tok se ha convertido en una plataforma que alberga a una gran comunidad aficionada al mundo militar. Estos grupos suelen compartir información sobre el funcionamiento de las unidades militares, armas, vehículos, entrenamientos, grabaciones de enfrentamientos y experiencias de combate. 

Los canales dedicados al ejército mexicano y a la marina armada de México son manejados, en su mayoría, por elementos retirados y en activo de estos cuerpos. El contenido es abiertamente propagandístico, buscando destacar las virtudes de pertenecer a las fuerzas armadas, exaltar el poder que tienen para aplastar a sus enemigos y mostrar su desprecio contra las organizaciones de derechos humanos que, a decir de ellos, no los dejan actuar con total libertad.

Dentro de las muchas anécdotas encontradas en este tipo de sitios, destaca una en particular, la cual pareciera ser un dialogo extraído de alguna obra de humor negro. Todos los videos sobre esta historia muestran la misma estructura y narrativa: la foto de un halcón, los vigías al servicio de los cárteles con un cuadro de texto simulando un diálogo que dice: “No me puedes hacer eso, me tienes que llevar a un penal en donde me libere mi patrón”, a lo que un elemento de la marina le responde: “¿Eres halcón? A ver, vuela”, finalizando con una captura de pantalla que muestra una nota periodística que hace referencia a cómo elementos de la marina armada de México habrían arrojado a halcones y sicarios desde un helicóptero.

El relato resulta sumamente interesante, analizando el discurso, este da a entender que: 1) A juicio de los militares, los integrantes de los grupos criminales buscan escudarse en la ley para evitar ser castigados por sus actos, 2) Se implica que las instituciones penales no son suficiente para castigar a los criminales porque estos pueden evadirlas fácilmente, y 3) que es moral y éticamente correcto ejecutar a los criminales.

Los videos no especifican en que lugar y fecha ocurrieron estos acontecimientos. El relato original fue publicado por primera vez en el sitio de internet del periódico Vanguardia el 10 de noviembre de 2015, escrito por el periodista Jesús Peña. El autor relata que la anécdota la escuchó de un interno anónimo de un centro de rehabilitación de la ciudad de Saltillo, Coahuila. Sin especificar el año, el interno relataba que los elementos de la marina subían a sus helicópteros a los halcones que capturaban en distintos puntos de la ciudad, los cuales en su mayoría eran menores de edad de secundaria y preparatoria reclutados por el crimen organizado en las colonias populares y marginadas de la ciudad. Una vez en el aíre, los marinos procedían a hacer la famosa pregunta ¿Eres halcón? A ver, Vuela, acto seguido, los halcones eran arrojados al vacío hacía una muerte segura.

Aparentemente, y en base a los comentarios realizados por integrantes y ex integrantes de las fuerzas armadas, estos actos son realizados a manera de venganza, pues gracias a la labor de vigilancia que realizan los halcones, los sicarios disponen de la información necesaria para conocer los movimientos de los militares y poder tenderles emboscadas. De acuerdo con esta lógica, asesinar halcones significa vengar la muerte de los militares caídos en enfrentamientos

El relato parecería inverosímil si no fuera por el hecho de que las fuerzas armadas han realizado esta práctica durante décadas. Aunado a ello, los comentarios tanto de civiles como militares mencionan que este tipo de prácticas se realizaron durante la presidencia de Felipe Calderón. En el caso concreto de Coahuila, en el periodo de tiempo entre 2008 y 2012, la periodista Ana Lilia Pérez habla de una serie de atropellos y arbitrariedades cometidos por las fuerzas militares en esta entidad, las cuales van desde la ejecución extrajudicial y secuestro, por lo que es ampliamente probable que los vuelos de la muerte hallan sido otra práctica realizada por las fuerzas armadas.

Igualmente, preocupante es el hecho que, según estos mismos comentarios, lo mismo aparentemente había ocurrido en Durango, Tamaulipas, Nuevo León, Michoacán y otros puntos del país. Evidentemente no hay suficientes pruebas para corroborar estos testimonios y mucho menos alguien juzgado por una acción que es considerada como un crimen de lesa humanidad.

Reflexión final:

Pero quizás, lo más grave del asunto no es solamente que los militares abiertamente admitan la realización de vuelos de la muerte, justificadas en el imperativo moral de que los delincuentes merecen ser ejecutados a causa de sus terribles acciones, sino por el hecho de que una buena parte de la población civil está de acuerdo con estas prácticas. Este consenso, es producto de la impunidad sistemática que impera en el país, cuyo sistema de impartición de justicia rara vez da resultados eficientes, por lo que las apelaciones al sentido común suelen concluir que la única forma eficiente de acabar con la violencia e inseguridad es ejecutando a los criminales, siguiendo una lógica de “muerto el perro, se acaba la rabia”.

Sin embargo, el problema es mucho más complejo. Indudablemente, no se pone en tela de juicio el hecho de que los grupos del crimen organizado han cometido actos terribles, pero la historia nos ha demostrado que esta situación también ha sido a causa de la relación que estos grupos han tenido con los poderes políticos regionales y nacionales.

Aunado a ello, no debemos olvidar que esta misma lógica de exterminio fue empleada para eliminar a opositores políticos durante la guerra sucia. Implementar una estrategia de “mátalos en caliente” donde “primero se dispara y después averigua” significa hacer de todo ciudadano un potencial enemigo, dar carta blanca a las fuerzas de seguridad para continuar deteniendo ilegalmente, torturando, ejecutando y desapareciendo, escudados en el pretexto de proteger la patria y la seguridad, sin importar si sus víctimas son culpables o inocentes, pues desde la perspectiva de una institución instruida para atacar y matar, todos son enemigos, aunque se demuestre lo contrario.

 Fuentes Bibliográficas:

La "foto del recuerdo" y al mar, artículo de Gloria Leticia Díaz Publicado en el número 1356 de la revista Proceso, 27 de octubre de 2002.

México Armado (1943.1981) Laura Castellanos.

Crímenes de Guerra en Guerrero y Terrorismo de Estado: La aniquilación del movimiento armado de Lucio Cabañas (1970-1975): Florencia Ruíz Mendoza.

[Tiempo Suspendido] Una historia de la desaparición forzada en México, 1940-1980: Camilo Vicente Ovalle.

Guerrero, Amnistía y Represión, Simón Hipólito Castro.

Informe Final de Actividades de la Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero 14 de octubre de 2014.

El movimiento estudiantil sinaloense y la Enfermedad, 1968-1979. Gaceta Vivir Para Contarlo No: 8, 1 de enero de 2022: Adela Cedillo.

Guerracruz, Rinconcito donde hacen su nido las hordas del mal: Violeta Santiago.

"Los Fieles", policía de élite que tortura y desaparece en Veracruz: Miguel Ángel León Carmona.

Operativo policiaco por aparición de cuerpos de ejecutados, cerca del Lencero: Al Calor Político.

Policías de Veracruz arrojaban a sus víctimas en barranca "La Aurora": Miguel Ángel León Carmona.

La barranca de La Aurora, la fosa clandestina que persigue a Javier Duarte: Georgina Zerega

Marinos, mandaban a 'volar' a los 'halcones' desde un helicóptero: Jesús Peña.