Sinaloa México
EDITORES / GUILLERMO SANDOVAL G / M ROCÍO SÁNCHEZ B

El primer Culiacanazo: El Asalto al Cielo, año 1974

Los días 17 de octubre de 2019 y 5 de enero de 2023, la ciudad de Culiacán, Sinaloa, fue escenario de disturbios y enfrentamientos entre el Cartel de Sinaloa y las fuerzas de seguridad a causa de la detención de Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín el Chapo Guzmán. Tales incidentes fueron bautizados popularmente con el nombre de Culiacanazo.

Autor: Gerardo Alarcón Campos

Autos quemados, vialidades bloqueadas, negocios saqueados, enfrentamientos a tiros, detenidos, muertos, una ciudad militarizada y en estado de guerra fueron el saldo que dejaron ambos operativos, los cuales demostraron ante México y el mundo la capacidad operativa que el Cartel posee gracias a décadas de arraigo histórico en la entidad.

Sin embargo, no es la primera vez que la ciudad de Culiacán es escenario de este tipo de incidentes. El 16 de enero de 1974, estudiantes de la Universidad Autónoma de Sinaloa, campesinos, trabajadores de los campos agrícolas y obreros de la construcción, salieron a las calles de Culiacán y protagonizaron una gran huelga general, acompañada de saqueos a comercios, expropiaciones bancarias y enfrentamientos con la policía. A diferencia de lo ocurrido en 2019 y 2023, estos disturbios no estarían motivados por la detención de un capo del narcotráfico, sino por la acción concertada de estudiantes y trabajadores organizados bajo los lineamientos táctico-estratégicos de la Liga Comunista 23 de Septiembre, lo cual los llevaría a la realización de un ensayo general de insurrección popular: el Asalto al Cielo.

Orígenes:

A partir del año de 1968, se desarrolló al interior de la Universidad Autónoma de Sinaloa y su órgano estudiantil, la Federación de Estudiantes Universitarios de Sinaloa, una intensa lucha entre diferentes grupos y facciones estudiantiles por el control del espacio universitario. Aunado a ello, el apoyo que los estudiantes de la UAS dieron al movimiento estudiantil de la Ciudad de México les valió la cancelación del subsidio estatal destinado para la universidad, así como la imposición de una nueva ley orgánica y un nuevo rector: Gonzalo Armienta Calderón. La lucha estudiantil contra Armienta Calderón y sus grupos de choque adquirió un carácter extremadamente violento, desarrollándose varios enfrentamientos a golpes y la aparición de brigadas estudiantiles armadas con palos, piedras y bombas molotov.

Prontamente, dentro del sector estudiantil comenzaron a marcarse dos tendencias. La primera de ellas sería el grupo José María Morelos, conocidos también como Los Chemones, conformado por jóvenes sin militancia partidaria específica, y algunos militantes del Partido Comunista Mexicano, alineados con los ideales del nacionalismo revolucionario, el antiimperialismo y la democratización en la universidad, enfocando sus esfuerzos exclusivamente en atender las problemáticas propias de este espacio educativo.

Por la otra parte, el denominado sector estudiantil radical, estaba conformado por militantes de la Juventud Comunista del PCM, y algunos estudiantes sin filiación política especifica, pero con una abierta simpatía por la lucha armada. Este grupo consideraba que las universidades debían colocar el conocimiento adquirido por sus alumnos al servicio de las clases explotadas y que los estudiantes, con su conocimiento, debían conducir a las otras clases trabajadoras al camino de la revolución, por lo que debía establecerse una relación orgánica entre la universidad y las masas.

En el periodo comprendido entre 1970 y 1972 la lucha universitaria se desarrolla por dos frentes: la FEUS logra, mediante la movilización estudiantil, limitar el control del gobernador sobre la universidad y la aprobación de una nueva ley orgánica que eliminó la Junta de Gobierno e instauró el Consejo Universitario Paritario. Pero al mismo tiempo, el gobierno del estado respondería con violencia a las movilizaciones estudiantiles, desarrollándose tomas de edificios universitarios y casas de estudiantes, así como enfrentamientos entre la policía y los universitarios.

En el mismo periodo de tiempo se desarrolla en Sinaloa un intenso movimiento campesino. Las tomas de tierra protagonizadas por ejidatarios que habían sido despojados de su propiedad por los empresarios agrícolas se multiplicaron, al grado en el que estos tuvieron que recurrir tanto a la intimidación policiaca como al uso de pistoleros organizados en guardias blancas para repeler a los campesinos.

Los estudiantes del sector radical, muchos de ellos con orígenes campesinos y obreros, prontamente se solidarizaron con los campesinos, ayudando en las diferentes invasiones, promoviendo procesos de organización y abasteciendo con víveres a los ocupantes de las tomas. El embate represivo del Estado propició el desarrollo de enfrentamientos entre campesinos y estudiantes contra la policía y las guardias blancas. El 30 de junio de 1972 en el ejido El Tajito, localizado en el Valle del Fuerte, se desarrolla un feroz enfrentamiento de campesinos y estudiantes contra policías que culmina con la muerte de dos campesinos y la toma de la Casa del Estudiante por parte de la policía. En respuesta, estudiantes y campesinos comienzan un saqueo masivo contra distintos comercios.

La combatividad del sector radical se ganó el inmediato rechazo de Los Chemones quienes calificaban a sus opositores como enfermos, a lo que ellos respondieron: “Enfermos, pero del virus rojo de la revolución” asumiendo así el característico nombre que identificaría a este grupo: Los Enfermos.

Las acciones en Sinaloa prontamente llamaron la atención de Raúl Ramos Zavala, quien encabezaba la célula político-militar conocida como Los Procesos.

Del movimiento estudiantil a la guerrilla:

Los Procesos tienen su origen en el año de 1970. Durante el Tercer Congreso de la Juventud Comunista del PCM, Raúl Ramos Zavala da lectura a su ensayo “El Proceso Revolucionario en México”, en donde denuncia la actitud tibia y pacifista con la cual el PCM dio respuesta a los actos represivos del Estado mexicano contra los movimientos estudiantiles y populares; proponiendo la creación de cuerpos de autodefensa que protejan a los movimientos de masas de los embates represivos del Estado y que el Partido se convirtiera en el organizador y conductor de las acciones de resistencia para que la clase trabajadora tomara conciencia de la necesidad de la lucha armada para desencadenar la revolución.

La postura y crítica de Ramos Zavala y sus seguidores no son bien recibidas por la dirigencia del PCM. Se les acusa de radicales, ultraizquierdistas y de carecer de fundamento teórico. Las descalificaciones y la poca intención del partido por modificar su estrategia de acción política orillan a Ramos Zavala junto con un nutrido grupo de jóvenes de Nuevo León y Baja California a abandonar el PCM y comenzar a organizarse en un grupo político-militar, Los Procesos, quienes toman el nombre del ensayo de Ramos Zavala, “El Proceso Revolucionario en México.

En 1971, Los Procesos habían logrado incorporar a militantes provenientes de los estados de Coahuila y Nayarit. Consciente de la necesidad de construir un movimiento armado revolucionario de carácter nacional, el grupo encabezado por Ramos Zavala se da a la tarea de localizar y entablar comunicaciones con otros grupos afines a la lucha armada u organizaciones guerrilleras ya constituidas con el objetivo de crear una sola organización nacional con la capacidad política y militar para realizar la revolución socialista.

La muerte de Ramos Zavala no detuvo el proyecto de coordinación. Al vincularse con la Organización Partidaria, Los Enfermos comienzan a adquirir una visión nacional sobre la extensión del movimiento armado a lo largo del país. La revolución parecía ser un acontecimiento próximo a dar inicio. Las filas de Los Enfermos engrosaron rápidamente, gracias al adquirir ellos el control sobre la FEUS y la UAS, y gracias a la vinculación que mantenían con el movimiento campesino.

Al formalizarse la creación de la Liga Comunista 23 de Septiembre en marzo de 1973, Los Enfermos comenzaron a contar con la asesoría político-militar de cuadros provenientes de otras partes del país. Las acciones de autodefensa del movimiento de masas en Sinaloa dieron un salto al contar entre sus filas con elementos armados. Confiados en la capacidad de los jornaleros y estudiantes para emprender acciones de combate frontal, la LC23S desarrolla un primer intento de jornada insurreccional.

En la madrugada del 24 de octubre de 1973, brigadas de la Liga realizan acciones de agitación en los campos agrícolas del Valle de Culiacán. Los comandos sabotean las líneas telefónicas y transmisores de radio para evitar que las guardias blancas y los empresarios solicitaran auxilio. Mientras tanto, los brigadistas y los jornaleros queman camiones, se enfrentan con las guardias blancas y saquean comercios. Al final del día, el ejército mexicano interviene deteniendo a varios participantes.

Satisfecha por los resultados, la Liga planea un ensayo mucho más ambicioso: tomar la ciudad de Culiacán Sinaloa en un gran ensayo insurreccional con miras a la creación de una huelga general y al estallido de la guerra civil revolucionaria: el Asalto al Cielo.

El Asalto al Cielo:

Haciendo referencia al elogio con el cual Karl Marx aplaudía la hazaña lograda por el pueblo parisino durante La Comuna, el Asalto al Cielo sinaloense comienza a prepararse desde la noche del 15 de enero y la madrugada del día 16. Al frente de la operación se encuentran Salvador Corral García y Héctor Escamilla Lira, dirigentes de la LC23S en el estado. Junto a ellos se encuentran José Guadalupe Yañes Ocaña, responsable de la comisión estudiantil, Andrés Ayala Morales, de la comisión obrera y Jorge Luis Pérez Velarde de la comisión campesina. La operación cuenta con la autorización de Ignacio Arturo Salas Obregón, primer dirigente nacional de la LC23S.

Los objetivos que la Liga buscaba con este ensayo eran: Educar a las masas en la acción revolucionaria, Lanzar una ofensiva táctico-estratégica para desgastar al Estado burgués, foguear fuerzas para nuevas acciones, buscando provocar un levantamiento popular, tomar el centro de la ciudad, expropiar dinero a los bancos, en el campo parar la producción, interrumpir las labores agrícolas, organizar núcleos de trabajadores y educar a las masas.

Cuando el amanecer empieza a asomarse por el horizonte comienza el movimiento de jornaleros y brigadistas en los campos agrícolas de El Diez, Argentina, Perras Pintas, el Conejo, Nogalito. Santa Cecilia, Canelos y el Chaparral. Las actividades en los campos se detienen por completo. Los trabajadores destruyen la maquinaria, incendian bodegas y bloquean los caminos. Los primeros enfrentamientos comienzan a las 8:25 de la mañana, siendo las fuerzas policiacas completamente rebasadas por un asombroso número de 15 mil a 18 mil trabajadores en lucha.

Muchos jornaleros comienzan a bajar a Culiacán junto con las brigadas de la LC23S. Toman unidades del transporte público para ingresar a la ciudad, posteriormente incendiarían esas mismas unidades para bloquear el acceso a la ciudad. Los brigadistas lanzan bombas molotov contra el Congreso del Estado. Se realizan actos de expropiación en la delegación de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, en donde los brigadistas se apropian de 7 rifles carabina de fabricación belga junto con 600 cartuchos para dichas armas. En la caseta de peaje del puente federal realizan una expropiación de la cual obtienen 1800 pesos, en la Cervecería Cuauhtémoc obtienen 40 000 pesos, en la Confederación de Asociaciones Agrícolas y Ganaderas de Sinaloa, la administración de Telégrafos Nacionales, el mercado Zaragoza, la automotriz VAM, el almacén Coppel y algunos bancos los brigadistas obtuvieron un monto de aproximadamente 300 000 pesos. Algunos policías son desarmados. Se contabilizan decenas de robos de vehículos para el traslado de los militantes.

Varios comercios son saqueados estimándose una perdida de aproximadamente 400 000 pesos. En el campo, los enfrentamientos a balazos son feroces, reportándose tiroteos en los campos agrícolas de Canelos, el Chaparral, Nogalitos, Saracho, Campo 44 y Perras Pintas.

A consecuencia de la insurrección, el Estado mexicano movilizaría a dos compañías de la IX zona militar, conformadas por elementos del Primer Batallón de Paracaidistas y de las Fuerzas Especiales del Ejército Mexicano, apoyados por helicópteros y vehículos blindados. El ejército tomó por asalto la ciudad, realizando detenciones masivas. No existe una cifra aproximada del número de muertos, heridos y detenidos durante esta acción y los días posteriores. Cifras oficiales únicamente registran 4 muertos, pero dada la magnitud de la insurrección y la respuesta del Estado, puede estimarse en cientos de personas.

Aunado a ello, el testimonio de Audor Medina Quiñones, militante de la Liga que participó en la operación, menciona que, al ser detenido por agentes de la DFS días después del incidente, este seria trasladado a un centro clandestino de detención en Estación Dimas. En dicho centro mencionaría haber visto a varias personas detenidas, las cuales, eran amarradas a un pedazo de riel y arrojadas al mar desde helicópteros. En los días siguientes, las acciones contrainsurgentes contra los estudiantes de la Universidad Autónoma de Sinaloa y contra la LC23S se recrudecieron, varias casas de seguridad de la Liga son descubiertas a lo largo del estado, permaneciendo incierto el destino de muchos de sus moradores.

Conclusión:

El asalto al cielo se convertiría en una de las acciones más osadas de la LC23S y de los grupos guerrilleros urbanos de la época. No se volvería a ver otro operativo similar hasta el primero de enero de 1994 durante la insurrección zapatista. Pese a la represión de 1974, la Liga seguiría con su actividad en el estado de Sinaloa, lo que, a su vez, desencadenaría una férrea campaña contrainsurgente que dejaría decenas de detenidos-desaparecidos hasta el año de 1979.

Particularmente, sería justamente en Sinaloa donde comienza a darse una coyuntura dentro de la política represiva del Estado mexicano, pues con el pretexto de combatir a los sembradores de opio y marihuana en la sierra, el Estado mexicano implementaría la Operación Condor, con la cual se ponen en práctica las metodologías contrainsurgentes en contra de la población civil.

Dicha operación, evidentemente, fue un fracaso, logrando que el fenómeno del narcotráfico se arraigara profundamente en la sociedad sinaloense. Aunado a ello, la represión contra el movimiento revolucionario sofocó una potencial vía de transformación que, de haber triunfado, pudo significar un futuro completamente diferente al que vivimos hoy día, donde los Culiacanazos no son un desafío contra la injusticia y la explotación, sino episodios trágicos y recurrentes propiciados por intereses oscuros.

Fuentes Bibliográficas:

Adela Cedillo (2022): El movimiento estudiantil sinaloense y la Enfermedad, 1968-1979. Gaceta Vivir Para Contarlo No: 8, 1 de enero de 2022.

Camilo Vicente Ovalle (2019) [Tiempo Suspendido] una historia de la desaparición forzada en México, 1940-1980-

Sergio Arturo Sánchez Parra (2012) Estudiantes en armas: Una historia política y cultural del movimiento estudiantil de los enfermos (1972-1978).

Laura Castellanos (2007) México Armado 1943-1981.

El Universal (1994) Los Movimientos Armados en México, Vol II.