Sinaloa México
EDITORES / GUILLERMO SANDOVAL G / M ROCÍO SÁNCHEZ B

7 DE ABRIL; DOS SOLES DE DEMOCRACIA UNIVERSITARIA

El pasado 7 de abril se conmemoró el 53 Aniversario luctuoso de otro crimen del Estado mexicano en contra de una juventud rebelde, estudiosa que en su despertar al mundo y al tiempo que les tocó vivir, con muchas esperanzas y sueños, fueron truncadas por balas asesinas mandatadas por mentes retrogradas y criminales, en la Casona Rosalina, la Universidad Autónoma de Sinaloa, UAS.

por Enrique Diaz Terán Capaceta

 La década de los 70s del siglo pasado, fue un tiempo de crisis, de reacomodo de fuerzas democratizadoras para construir un proyecto académico, científico y autónomo, alternativo o negado al proyecto conservador, vertical e impositivo que se resistía al cambio autonómico y democrático, que ya, en el segundo quinquenio de la década anterior, se venía perfilando con el mandato de otorgar la Autonomía a la UAS.

El contexto internacional y nacional en el que se presenta estos acontecimientos en la Máxima Casa de Estudios y el auge de los movimientos sociales de campesinos, trabajadores ferrocarrileros, médicos y estudiantiles de los 60s, como la Revolución cubana, la invasión del ejército de los EEUU al heroico pueblo de Vietnam, que resistieron, un ejército de campesinos, los embates del imperio gringo, hasta ser expulsados, con la cola entre las patas, de sus tierras nacionales.

Destacamos, en el contexto de los movimientos estudiantiles por democratizar la educación y sus espacios, el movimiento del 2 de octubre de 1968, en donde el Estado nacional reprimió, asesino y desapareció a cientos de estudiantes, que aún esta impune. El mismo que dio las ordenes de reprimir en la Noche de Tlatelolco, Luis Echeverria Alvares, como secretario de gobierno, el 10 de junio de 1971, lo hizo de nuevo, pero ahora, como presidente de México, fue el segundo crimen del Estado nacional cometido y que sigue también impune.

Diez meses después, el 7 de abril de 1972, en una Universidad estatal, la UAS, se presenta el tercer crimen del Estado mexicano en contra de estudiantes que luchaban por una real autonomía y democracia en la Universidad, en contra de la imposición del rector y directores de escuelas, repudio total a la Junta de Gobierno, junta de notables que definía el rumbo de la Casona Rosalina, sin participación del sector estudiantil, esencia y sentido de la educación.

En 1970, se impone como rector al Dr. Gonzalo Armienta Calderón, el cual, al llegar, el 24 de febrero del mismo año, al Edificio Central en donde se encontraban las oficinas de Rectoría, secretaria general, Tesorería, Servicios Escolares, entre otras, frente a la Plazuela Rosales, en Culiacán, capital sinaloense, un contingente de estudiantes le impiden entrar, gritando en contra de su imposición y por Autonomía y democracia. Este fue el preludio de una lucha y confrontación física, política e ideológica, al interior y en las calles entre los grupos de choque formados por el PRI gobierno, llamados “Los gorilas de Armienta “y las fuerzas policiacas y para militares, “Los halcones” y los estudiantes democratizadores.

Después de esas confrontaciones y combates callejeros entre estudiantes y fuerzas públicas por dos largos años, se llega a esa mañana fresca del 7 de abril de 1972; en el Edificio Central, siendo las 10 horas, se presenta una manifestación de estudiantes, fuerzas policiacas ya los esperaban, pertrechados en las azoteas de los edificios en contra esquina de la UAS, con piedras, bombas molotov y armas de fuego, cortas y de largo alcance.

La confrontación se da, piedras y molotov vuelan; se da la orden superior, inician los disparos de armas de fuego desde las azoteas y la calle; se presenta la tragedia, la muerte se hace presente; dos estudiantes preparatorianos caen fulminados por balas asesinas del gobierno. Juan de Dios Quiñones Domínguez, de 19 años, queda tendido en la esquina de la calle Antonio Rosales y Riva Palacios; María Isabel Landeros Avilés, de 16 años, cae con dos balazos, uno en el pecho y otro en la nuca, en el barandal al frente del Edificio Central. 

Dos cenotafios existen, uno se instaló en la esquina donde cayó asesinado Juan de Dios, que pronto lo quitaron y lo trasladaron a la Plazuela Rosales. En el pasillo exterior, junto al barandal del Edificio Central está el cenotafio de María Isabel que a la letra dice: “Aquí fue asesinada la estudiante María Isabel Landeros Avilés por órdenes del Gobernador Alfredo Valdez Montoya el día 7 de abril de 1972.”

Sin olvidar a dos grandes universitarios que dejaron huella en defensa de la Autonomía y la democracia en la UAS, uno; el Lic. Juan Eulogio “Locho” Guerra Aguiluz, como maestro, abogado y poeta, se inspiró en esos acontecimientos sangrientos, aportando a los universitarios y a las sinaloenses palabras hechas poesía a estos dos mártires de la democracia universitaria: “Elegia para dos soles”. El segundo e inolvidable defensor de la Autonomía de la UAS; Rodolfo “Chichí” Melendrez, excelente orador y declamador, que en el momento que el “Locho” saca a la luz la poesía el la hizo propia y con mucha pasión la declamaba en todo evento que se le requería.

“Dos Varitas de Nardo que caen al amanecer”. No se quieren más mártires, no más muertes entre los universitarios, debe prevalecer la razón y el dialogo para seguir fortaleciendo la Autonomía, la academia, la universalidad del conocimiento crítico y la Democracia. Así sea.