Sinaloa México
EDITORES / GUILLERMO SANDOVAL G / M ROCÍO SÁNCHEZ B

LA MUERTE ME LLEVO A LA IGLESIA (PARTE DOS)

CONMEMORACION DE LOS FIELES DIFUNTOS - Grabado S. XIX

Hay ansiedad extrema, depresión, pesimismo, sentimiento de derrota, duda, miedo a no llegar nunca a la vida auténtica, a uno mismo, al propio núcleo y al fondo de la vida. Quizás fueron los dioses griegos quienes cumplieron nuestro deseo de convertirnos en una de las sociedades más placenteras del mundo y permitieron llevar la vida sin responsabilidad, ni obligacion alguna, ni con nosotros mismos.
La filosofía nos enseña que el humano crea su propio mundo y existencia, es su propio “Yo” Pero lo más grande escapa a nuestro control. El humano piensa en la vida, la muerte, el amor, el sufrimiento, la gracia y la misericordia. En la iglesia puedes notar en la decoración sus símbolos, lo que es más profundo y lo que no está presente, como algo más que indicios o carencias en nuestro mundo de la vida diaria, (Gracia, misericordia, perdón, culpa, muerte, sentido). Lo que ocurre en la iglesia no se trata sólo de encontrar la fe por las propias fuerzas, sino de escuchar las palabras y creer en el sentido y la profundidad que pueden dar a la propia vida. El símbolo de la iglesia nos conecta con las preguntas existenciales más profundas de la vida.
-Mientras me siento en una de las filas de las bancas, solo y con la música de órgano rugiendo en la sala, experimento al observar los símbolos el cómo las palabras de la iglesia me evocan preguntas existenciales, por así decirlo: ¿qué es importante en mi vida y en relación con el mundo? La predicación de la Iglesia ciertamente no es irrelevante para nosotros, los llamados modernos, porque responde a algo en nuestras condiciones de vida. En la iglesia estamos llamados a una forma diferente de escucha existencial en medio de un mundo donde fácilmente te puedes confundir sobre qué es lo más importante, de qué tenemos que vivir, no económicamente, sino humanamente.
Cuando la gente de hoy va a la iglesia, a menudo lo experimentan como si cruzaran un límite hacia algo fundamentalmente diferente. Creo que esto se debe a que la iglesia deposita ese algo que llamamos tranquilidad a nuestros miedos existenciales, y nos hace creer que nuestros familiares al morir van a un lugar de paz. La iglesia es una especie de memoria existencial que puede ayudarnos a recordar algo importante. Si la iglesia es percibida como diferente, quizás sea precisamente porque nosotros, como sociedad, hemos sido golpeados por una carencia existencial y espiritual generalizada.
La Iglesia y sus palabras pueden darnos la oportunidad de escapar del calor interior existencial de la muerte, donde en todas partes sólo nos encontramos con nosotros mismos y con nuestro mundo creado por nosotros mismos, y cuanto más extremo lo sentimos al grado que nos va quemando el alma, por un éxito que en realidad no existe o una perfección ficticia que se borra con el paso del tiempo y nos deja sin inteligencia.
Todo el mundo habla de que es auténtico, pero todo se ha vuelto superficial, donde cuestiones existenciales, como el amor se convierte en entretenimiento televisivo inferior y el dolor se convierte en enfermedad. Diría que esta superficialidad impide al humano ser él mismo y volverse auténtico. Todo lo serio se convierte en sátira, ironía y entretenimiento, o en un obstáculo innecesario y molesto en el camino. Pero con esto, también falta algo necesario en la existencia humana, a saber, la experiencia de la seriedad, la profundidad y el valor vulnerable de la vida, algo que la sociedad actual en realidad contrarresta con un pronunciado desprecio por la fragilidad y la llamada debilidad.
En nuestra sociedad de alta velocidad, no hay lugar para la contemplación y la reflexión, y por eso es que experimentamos la vida como algo demasiado duro, tan duro que también tenemos que volvernos duros. La iglesia, actúa como caja de resonancia. Sus palabras, su espacio, los himnos y los rituales del servicio, todo nos recuerda que el humano es algo y más que el éxito o el fracaso en el mercado laboral, en el sistema educativo, en la vida de consumo. La iglesia llama no solo a la adoración, sino también al autoexamen y al compromiso con la vida en un sentido más profundo.
-Mi amigo salió en su ataúd y me quede allí sentado un buen rato meditando. Para muchos de nosotros, es en el detalle, en lo aparentemente insignificante, donde se encuentra el mensaje, la verdad y el fundamento: la vida sólo se vive, sólo es posible, porque hay una gracia en la vida. Sabemos que debemos convertirnos en polvo, pero la gracia se encuentra en lo que se nos da: el amor, el prójimo, la vida misma, la alegría, nuestra participación en la existencia. El coraje de vivir ante la seriedad de la vida, lo que la sostiene, la experiencia de la fe.
Para los moribundos, los enfermos, los que sufren la Iglesia les significa mucho, los ayuda a que la vida no les sea tan pesada para poder seguir adelante o morir. Si solo queremos y esperamos que la iglesia nos ofrezca un encuentro con nosotros mismos, si simplemente nos proyectamos en la iglesia, entonces es solo una imagen reflejada de nosotros semejantes con lo que nos encontramos, y no un despertar profundo de la perspectiva de la vida.


Autor: RAMÓN ANTONIO LARRAÑAGA TORRÓNTEGUI
Diplomado y Maestría en Desarrollo Humano FESC- UNAM